SANTANDER.- Diego El Cigala tiene ya un máster en eso de recoger premios. En la vitrina de su casa se amontonan Grammys y Premios de la Música. A esta suculenta lista el artista suma ahora el Premio La Barraca a las Artes Escénicas, concendido por la Universidad Menéndez Pelayo en reconocimiento de "la labor realizada a favor de la difusión del flamenco".
Estos galardones, afirma el artista, le dan el aliento necesario "para poner los pies en la tierra y seguir cosechando y seguir dando".
El director de la Fundación Instituto de la Cultura del Sur, José Manuel Gómez Bravo, enunció un emotivo discurso en el que alabó su compromiso "con la lucha de Mandela y contra los guetos". A continuación, el rector de la institución hizo entrega del galardón a "este catedrático en la escuela de Sabiduría Popular" mientras el público se ponía en pie para laurearle.
Diego se mostró "muy emocionado y muy feliz" al recibir un premio tan vinculado a uno de sus "ídolos de la poesía". Y es que éste toma su nombre de la compañía de teatro fundada por Federico García Lorca y con la que el granadino actuó en las caballerizas del Palacio de la Magdalena allá por el año 1933.
Exactamente en el mismo lugar en el que el cantaor interpretó anoche algunos de los temas de su último disco 'Dos lágrimas', con los que quiso "hacer disfrutar un poquito a la gente". El Cigala aprovechó la coyuntura para interpretar 'Romance del amargo', de Lorca, una soleá que permitió al madrileño alejarse de los sones latinos de su último disco para reencontrarse con la guitarra.
A pesar de haberse recorrido los escenarios de medio mundo "de Lavapiés a Nueva York", el ahijado de Camarón se sigue poniendo nervioso antes de salir a escena "y el día que no suceda eso, malo", advierte, "ese miedo te mantiene alerta y te mantiene centrado".
Una 'asignatura pendiente' con la copla
Antes de salir a escena, el artista tiene una costumbre: tomarse dos rones, "buen ritual, ¿no?", pregunta entre risas. Una vez engrasada la máquina, El Cigala está preparado para encontrarse con su público, "para transmitir nada más salir, sin cantar. Cuando aparezcas, la magia ya tiene que estar ahí".
Y sale a su encuentro. Flanqueado por el Cantábrico a un lado y por el bosque que rodea al palacio al otro, El Cigala deja que su voz se pierda en el cielo del verano entonando sus versiones de 'Angelitos negros' o 'Dos gardenias'. Con 'La bien pagá', el cantaor consigue arrancarle a la audiencia unos coros.
Sobre el escenario le acompañaban "cuatro bicharracos": Guillermo Rubalcaba al piano, Yelsey Heredia con el contrabajo, Diego del Morao con la guitarra y Changuito se encargó de las percusiones. Con ellos, explicó el artista, la sintonía es total, "nos miramos y ya sabemos dónde tenemos que estar".
Si la puesta en escena de 'Lagrimas negras' era un diálogo coreografiado entre El Cigala y Bebo Valdés (al que durante la gira sustituyó Chucho), la de 'Dos lágrimas' es un coloquio donde cada uno sabe donde acaba y empieza su genio.
Juntos interpretan un disco con el que el cantaor se ha "tirao al barro". El Cigala ha seleccionado uno a uno los 11 temas del disco y ha resuelto "su asignatura pendiente" con la copla. Ha hecho suyos temas de Machín, de Antonio Molina, de Lucio Dalla, etc. Y si hay alguno que se le ha resistido ese ha sido 'María de la O'. "Me ha dado tanta guerra, le he cogido hasta coraje", comenta el artista que le ha dado una vuelta a la letra de Rafael de León para cantarla desde el punto de vista de una tercera persona.
El concierto breve -no llegó a una hora- e íntimo -el público no superó las 300 personas-, acaba con 'Lágrimas negras', el tema más popular del cantante y el más infalible. El Cigala continuará con su gira de presentación por Cádiz y Málaga.
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