miércoles, 8 de julio de 2009

Kiko Peña-LA VOZ REVELACION DE 2009

MANUEL MARTÍN MARTÍN crítico de Arte Flamenco nos lo presenta así: Francisco Javier Peña García de Soria, conocido en el mundo artístico como Kiko Peña, se nos antoja la voz revelación de 2009, el poseedor de una expresión que se complace en abrir todos los caminos posibles, pero también cerrarlos con hondura, precisamente en un tiempo en que nuestros jóvenes creen que estaban terminados de recorrer. Y me explico. Kiko Peña fue artista y flamenco antes de nacer en Écija (Sevilla) el 12 de septiembre de 1995, ya que es el primogénito del matrimonio formado por Paco Peña, matador de toros y cantaor no profesional, y de Esperanza León, una de las voces integrantes del trío Son de Sol, que lo gestó en su vientre al son que por aquellas calendas marcaba el grupo Medina Alcotón. Nuestro joven valor es, pues, la frondosa rama de un árbol que ahínca sus raíces en la familia de los Barceló -Chico Barceló ganó un Concurso de Cante Jondo al propio Niño de Mairena-; se fortalece en la actitud magisterial de su abuela materna, la cantaora Teresa Gómez Léon; se mira en la constancia de su abuelo Jesús, aficionado en el recuerdo, y se nutre desde la cuna al compás que marcan sus padres y sus tías, María del Mar, Lola y Soledad. Ahí arranca el mosaico colectivo de Kiko, una voz que, pese a su corta edad, encierra un crisol de experiencias a retener, una encrucijada de tendencias capaz de las máximas intensidades y también de resoluciones imprevisibles. Cuando aún no levantaba un palmo del suelo ya conocía los secretos del ritmo, desnudaba el alma al diapasón de la guitarra y lo mismo le hablaba de tú a la ‘pataíta’ por bulerías que gozaba con cuantos melismas planeaban en su garganta. Con estos antecedentes, no es de extrañar, pues, que sorprendiera a propios y extraños el día de su debut en la Peña Flamenca David Serrano de su localidad natal. Había sido convocado para la fase selectiva del X Concurso de Jóvenes de la Federación de Entidades Flamencas de Sevilla y su provincia, y sus conciudadanos pusieron el cartel de no hay billetes en el local social de la calle Carmen. Aquel 6 de marzo de 2009 Kiko, acompañado por su guitarrista habitual, Antonio García, atrapó a todos por seguiriyas, cantiñas y taranto, con lo que fue clasificado para la semifinal del día 13, en la Peña de Tomares, donde siguió ganando adeptos merced a nuevos cantes, en concreto tonás, fandangos y bulerías. Fue esta media docena de cantes la que se expandió como la pólvora por los mentideros flamencos despertando el interés inusual de aficionados y programadores, al punto que triunfa el 7 de abril en el Festival de Marinaleda y diez días después es reconocido en Jerez de la Frontera, amén de ser convocado en la canícula de 2009 para el XXII Festival de la Campiña, la XXI Noche Flamenca Pedro el de la Timotea, el X Festival Flamenco Joven de Andalucía y la clausura de los XXIII Jueves Flamencos de Cádiz, donde compartirá escenario con Miguel Poveda, maestro de este tiempo que va a producir la primera grabación de Kiko Peña y al que ha reclamado como telonero en los conciertos de Alcorcón y Badalona, entre otros. Pero más allá de estas consideraciones, lo que nos llama poderosamente la atención es que el cantaor tiene claro que lo más importante ahora son sus estudios de ESO. El cante flamenco -reconoce Kiko-, le ha venido por vía natural, esto es, porque es un elemento más del hogar familiar, por más que sorprenda que a tan corta edad ya asocie las obras de los grandes maestros o que el flamenco, aparte de música, sea para él un serio compromiso con su identidad andaluza y un componente más de su formación personal. Su lenguaje expresivo es, no obstante, profundo, comprometedor y clarificador a un tiempo, como un rayo que penetra entre la penumbra que aún no es tiniebla, y, aunque en fase de formación, su estilo, tan implacable como apasionado y cálido, se disuelve en el vértigo de una desesperada búsqueda de la verdad vital. Su ejecución, sin afectaciones ni añadidos incoherentes, evoluciona desde la exploración de la belleza y el placer hacia la verdad interior de los estilos, lo que sitúa al espectador ante una interpretación meditativa y honda, cargada de ideas. Y cuando suspendemos nuestra memoria y recordamos cómo confiesa su realidad interior tras las letras seleccionadas -coplas en las que se interpenetran lo patético, lo invisible y lo inevitable, la alegría y la tristeza, el amor y el desamor, el afán de perfección y la necesidad de lo imperfecto-, hasta nos convence de por qué lo útil hay que unirlo por momentos a lo hermoso para crear arte. No sé si llegará a ser figura, cosa que a él le importa bastante menos, pero si a lo que antecede se añade que su valía es la búsqueda de lo excepcional, Kiko Peña es, para gloria de lo jondo, la constatación de que la tradición y el flamenco vivo no tienen por qué estar separados, y mucho menos para quienes han sido fuertemente marcados por las experiencias del flamenco de uso, del intimista y reservado al ámbito natural. MANUEL MARTÍN MARTÍN

MANUEL MARTÍN MARTÍN Escritor y periodista, es crítico de Arte Flamenco y nació en la localidad sevillana de Écija. Su defensa e inquietud por el género flamenco las inició en su ciudad natal cuando, a la edad de 14 años, ya organiza una muestra en el Instituto San Fulgencio. Conferenciante e investigador infatigable, ha sido asiduo asistente a los Congresos Nacionales de Flamenco, exponiendo su quehacer analítico e indagador en Semanas de Estudio y Culturales por todo el territorio nacional, Europa Central y Oriente Medio. Llamado por Francisco Vallecillo “martillo de herejes flamencos”, está considerado como uno de los críticos más prestigiosos de este país, ejercicio profesional que ha desarrollado a lo largo de 28 años. Es miembro supernumerario de la Real Academia de Ciencias, Buenas Letras y Bellas Artes "Vélez de Guevara" y miembro de número de la Cátedra Itinerante de Flamencología de Cádiz, así como asesor de ‘La Ciudad del Flamenco’, de Jerez, amén de haber sido consejero asesor de la Fundación Andaluza de Flamenco y director cultural de la Fundación Antonio Mairena, destacando, mismamente, tanto por sus ponencias en Congresos Nacionales como por haber dirigido un ciclo flamenco por las Universidades Andaluzas (curso 1993/94), así como por su labor pedagógica e intervenciones en Colegios Públicos e Institutos, ciclos de la Diputación Provincial de Sevilla (1995) y la correspondiente a Cádiz (1998 y 2001), y Cajas de Ahorros como CajaSur (1996-97) y El Monte (1997), además de en los cursos de verano de la Universidad de Cádiz celebrados en San Roque (1990), en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Santander, 1994), en la Universidad Europea (Marbella, 1996), en la Facultad de Derecho de Jerez (1997), Conservatorio Superior de Danza de Córdoba (2000).

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