Texto: David Saavedra Omega: duende y misterio
Fotografía: Paco Manzano
De espectacular se puede calificar el concierto en La Riviera de Enrique Morente y Lagartija Nick, que retomaron el cancionero de su histórico álbum de 1996 dejando constancia de su salvaje vigencia.
Era la tercera de las cuatro fechas en las que Morente y Lagartija Nick iban a retomar “Omega” como celebración de la edición digital del álbum y no defraudaron a nadie. Un lleno total en La Riviera en el Día de la Música–reventas haciendo negocio incluidos- recibió a los granadinos, con espectacular puesta en escena para reinventar una vez más su diálogo alucinado entre flamenco y noise rock en torno a “Poeta en Nueva York” de Federico García Lorca y el cancionero de Leonard Cohen.
Morente, el mejor cantaor vivo, de pequeña figura pero una voz capaz de hacer creer en Dios a un ateo, ocupó el centro del escenario secundado por una corte flamenca (guitarristas, cantaores, percusionistas), casi todos ellos jovencísimas promesas del género. No era, lógicamente, la formación original de “Omega” (donde, por cierto, figuraba su hija Estrella). Ahora, sin embargo, era su otro vástago, Enrique Morente Jr., uno de los que le acompañaban al cante, mientras que del cajón se ocupaba Bandolero, acompañante habitual de Pepe Habichuela.
Antonio Arias dijo en alguna ocasión que, si Morente representaba en “Omega” la voz de la sangre, Lagartija Nick serían el ruido de la ciudad. Un estruendo con el que contaminaron el aire parapetados al fondo del escenario. Tampoco es la formación de 1996, de la que sólo quedaban el guitarrista Arias y el batería Erik Jiménez, con Lorena Enjuto al bajo y Víctor Lapido a la segunda guitarra.
Gran parte del encanto de esa obra es que se hace prácticamente inclasificable al no poder ser comparada a ningún referente válido. No es un experimento de fusión ni de flamenco-rock, sino un espejismo, una alquimia visionaria plagada de misticismo y de lo que el propio Lorca calificaba como duende en estado puro. Sobre el escenario, eso se hace todavía más patente. Aún en el caso de los momentos de flamenco más ortodoxo –aquellos en los que el granadino se iba por soleares o bulerías- había algo especial en su forma de insuflar vida al poemario de “Poeta en Nueva York” (en el que, incluso, insertaba fragmentos del cancionero popular o del “Romancero gitano” junto a otros cambiados de sitio en lo que se pueden considerar unas adaptaciones fieles al espíritu surrealista de la obra original). En fidelidad a ese mismo espíritu, el músico no se ciñó solamente a su disco del 96, sino que acopló también otros temas de su repertorio, como el imprescindible alegato antibelicista de “Guernirak”, de su reciente disco de homenaje a Pablo Picasso.
“Tú vienes vendiendo flores/ tú vienes vendiendo flores/ las tuyas son amarillas/ las mías son de colores”. Así cantaba Morente a la muerte de su madre en “Omega”, el deslumbrante tema titular, que parte del “Poema para los muertos” que cierra el libro lorquiano. Sólo por asistir a ese alarido eléctrico ya habría valido la pena acudir al concierto. Pero no fue el único arrebato de intensidad máxima. El after-punk místico de “Ciudad sin sueño” alcanzaba cotas de delirio cuando, tras cantar lo de “no duerme nadie”, el Maestro lanzaba al aire un grito munchiano. El suave erotismo de “Pequeño vals vienés” o su apasionada lectura de “Aleluya” (ambas de Leonard Cohen) marcaron otros de los grandes momentos de un concierto en cuya recta final se desencadenó el pulso eléctrico de “Manhattan” y “Vuelta de paseo” en una noche en que el cielo nos asesinó a todos. Próxima oportunidad, en el FIB Heineken.
1 comentario:
Pues si, era para ti la dedicatoria, a quien si no.
Muy interesante esto de los Lagartija, yo los vi hace años en Madrid, pero no los he seguido,tendre que investigar.
Y si, habra que quitarse las penas y preocupaciones de alguna forma, de momento esta noche con ese opiaceo que es el futbol, ya que los españolitos caemos en picao por lo menos que se luzca el patrioterismo. Un saludo.
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