martes, 16 de diciembre de 2008

"La voz de los flamencos"

En 'La voz de los flamencos' (Siruela), Miguel Mora repasa la historia y el presente del género. El libro reúne retratos de una treintena de artistas, un CD y tres diccionarios a cargo de Enrique Morente (cante), Eva Yerbabuena (baile) y Gerardo Núñez (toque).

Estos son extractos del saber de Morente

Ahe (de ángel). En argot representa una forma de expresar la gracia. También se usa en sentido sarcástico: "Qué ahe tiene Fulano. Asfixiado se vea". Generalmente es cariñoso y positivo. Lo contrario es malaje. O guasa. "Qué guasa tiene. Qué mala uva". Ay. Pepe de la Matrona criticaba mucho a los cantaores que no sabían decir "ay". Siempre nos daba una disertación: "Señores, el ay es un lamento, no un rebuzno". Bulerías. Un palo maravilloso con el que se hacen diabluras en el cante, el toque y el baile. Es el ritmo y el tiempo de hoy. No me considero un especialista en bulerías pero me gustan cada vez más, he grabado algunas que no me disgustan y las voy a hacer siempre, aunque es verdad que prefiero la soleá, la siguiriya y la malagueña. Paco y Camarón han sido los más grandes por ese palo. La gente de Jerez, en el sentido más de pueblo, han hecho genialidades; El Chaqueta hizo cosas maravillosas; La Niña fue asombrosa: La Paquera, en otro concepto quizá ya pasado porque iba por encima del ritmo, era extraordinaria. ¿Son difíciles? El cante más difícil es al que menos partido le saques. Hay cantaores festeros muy buenos que no dicen nada por fandangos, y al revés. Duende. Una palabra inventada, una invención romántica para no decir pellizco, pero es lo mismo: la inspiración, el corazón, la transmisión. España. Siempre en la boca del cante: en los jaleos se decía antes: "¡España-Jerez!". Claro que yo he llegado a decir hasta "Viva Grecia". Ya no sabemos dónde estamos, ni lo que comemos. ¡No ha tenido que sufrir nada el flamenco hasta que le ha hecho caso España! Tuvieron que venir de fuera a convencerlos y aun así están dudosos, no le gusta a casi ningún burócrata. Y eso que parece que el flamenco es español. Resulta difícil decir que el flamenco es un arte de perseguidos, pero es verdad que procede de los barrios marginados... Otra figura muy española son los señoritos, pero supongo que habría de todo, con arte y sin arte, igual que en todos los demás oficios. Parece claro que el cante surgió en diferentes ciudades, hace siglos, casi siempre en sitios de mal vivir. En Graná salió en las cuevas y las ventas, Zoraida, El Álamo... Allí se buscaban la vida los cantaores con los señoritos y pasaban cosas graciosas. Le decían al señorito: "¿No tiene usted una foto de su nieto?". "Aquí tengo una, mire qué cosa más bonita". Los artistas se pasaban la cartera y sólo le dejaban la foto al pobretico. Pese a todo eso, el flamenco representa a la patria en todo el mundo desde hace muchísimos años. Se exporta mejor que los toros, claro. Ese éxito que tiene fuera a algunos les sigue pesando, cosa que entiendo. Como nunca han convivido en un entorno favorable hacia el flamenco, no se sienten representados. Folclore. El flamenco es un arte hecho sin escritura: los guitarristas de hoy siguen aprendiendo de otros guitarristas. Es mejor saber flamenco y música, desde luego, pero antes nadie podía escribirla. "Don Fulano sabe música", decíamos entonces. Todavía se dice. Admiramos mucho al que ha estudiado la carrera de música; a la inversa no. Por eso siempre hay un tono de superioridad del músico de carrera frente al músico flamenco. Quizá no saben que los códigos nuestros, para aprenderlos, requieren 15 años de estudios en Viena, comerse dos o tres membrillos en el pueblo de Beethoven y aun con todo y con eso no lo aprendes. No es por ponernos pedantes, pero los que quieren calificar esto como un folclore no se enteran. Tampoco es un arte popular: quizá a algunos les resulte folclórico, o pintoresco, pero es un arte de profesionales desde hace un par de siglos por lo menos. Lo que pasa es que este arte se ha hecho siempre en los cafés y en los tablaos, la gente iba allí para sobrevivir y ganarse la vida: pero eso está un escalón por encima del folclore, que es una cosa ocasional. Como el tío que sale a tocar la guitarra flamenca no haya ensayado seis horas todos los días, no toca ni dos notas. El cante ha crecido así, el baile y el toque también. Pero la gente prefiere pensar: "¡Qué interesantes estos bichejos, qué graciosos estos andaluces, qué espontaneidad!". Es en el fondo ignorancia, y la ligazón del flamenco y la copla a la farándula, a la noche y a los señoritos, que es realmente una parte de su origen. Pero coger la zambomba el día de Nochebuena no es lo mismo que tocar por siguiriyas.

Habichuela, Los. He pasado gran parte de mi vida junto a la familia. Ligado por destino, por amistad y por admiración; por paisanaje también. Y por arte, sobre todo. Juan y Pepe comparten el espíritu, pero su técnica es muy distinta. Pepe puede hacer un concierto de rasgueo. Juan tiene esa flamencura extraordinaria, ese sonido tan personal y de tanta calidad. Pepe ha conseguido un nivel técnico espectacular, el de las grandes guitarras. A él le debo el disco de Chacón, el Despegando y muchos trabajos. A Juan, muchos momentos muy importantes de inspiración. El mito de la contención del tocaor que acompaña y el de la sincronización perfecta del guitarrista con el cantaor no existen. Lo importante es la intención, el concepto, la expresión, la habilidad de hacer la falseta que viene a cuento después del cante, la sutileza y la intuición. La leyenda de esos que chanelan [presumen] de cazadores no existe. El guitarrista y el cantaor tienen que escucharse mutuamente. Ir juntos no siempre se consigue. Si eres un prodigio de técnica, vas al mismo tiempo. El diálogo puede ser respuesta y pregunta. Pero para contestar hay que preguntar antes. Juan tiene fama justa de acompañar bien. Juicio, El. Ja, ja. Aquello ocurrió en Motril en los años 80. Era un festival. Había dos ambigús al borde del escenario, así que el artista que salía a cantar a las tres de la mañana llegaba ciego. Recuerdo que había dos micrófonos para seis artistas, el sonido era pésimo... Salí y debí cantar 15 minutos, quizá 16. El contrato, que lo había arreglado Pulpón, estipulaba que cantaría la caña, la siguiriya y la liviana. Pero para terminar antes los canté todos de un tirón y acabé. Entonces salió un cojo del Ayuntamiento al escenario y con el contrato en la mano empezó a gritar: "¡Motrileños, ha venido a engañarnos! ¡Mirad lo que pone aquí!". Para no pagarme, alegaron que había incumplido el contrato. Así que los llevé al juzgado para poder cobrar. En el juicio, el abogado me preguntó si era cierto que no había cantado la liviana. Y yo le dije: "Canté la mía personal". Y él: "¿Pero se alivió al cantarla?". Entonces le expliqué: "Mire, se llama así porque es un cante de preparación, pero se la voy a cantar para que la conozca". Ahí terció el juez: "Vuelva usted al banquillo que son las once de la mañana y aquí no se canta". Al final gané el pleito y cobré. Lo que ya no sé es si la jurisprudencia quedó a favor de la libertad del cante o no. Lo único que sé es que programar esos festivales que duran siete horas como defensa de la pureza del flamenco es un disparate. Muchos acaban a silletazos Pavón, Pastora (La Niña de los Peines). La más grande, genial y extraordinaria cantaora de todos los tiempos. Si eso se puede decir de alguien, es de ella. Me gusta hasta la voz, y hay a quien no. Me gusta todo de ella. Era una verdadera bestia. Asombrosa en capacidad de creación, en improvisación, en dominio de todos los palos, todos los cantes. Asombrosa. Comparable a casos extraordinarios como Goya o Picasso. Y además en el tiempo en que le tocó estar. Fue una mujer valiente, que decidió cómo llevar su vida y su carrera. Tomó su libertad y fue respetada por las élites y reconocida por el pueblo como un genio. Mi abuela hablaba de la Niña de los Peines, y mi abuela era de la Vega de Granada. Fue más conocida la Niña de los Peines que Pastora Pavón. Quizá la petenera fue lo que más le dio a conocer, su disco de platino. Y sus bulerías y sus tangos. Templarse. Prepararse, buscar la entonación y templar el cante antes de empezarlo. Se hizo una ley, y de ese temple hubo quien hacía verdaderos cantes. Por ejemplo, Chacón: una salida de Chacón era un cante. Tientos. Muy antiguos, tipo familia de la habanera, es un tango parao, o lento; hay varias formas de cantarlo, pero siempre es muy delicado. Es uno de los más difíciles de todos por el tiempo que lleva, tan difícil como la soleá. Dicen que los inventó El Mellizo, pero es imposible que eso lo inventara un tipo solo. Soleá. Una fuente sin fin, un manantial que continúa naciendo y creciendo, en los tres estilos, cante, toque y baile. Hay muchas expresiones y formas de cantarla: antes se cantaba la soleá más encima del ritmo, sobre la mano izquierda del guitarrista; hoy hay otra forma de cantarla que lleva mucho más acentuada la expresión, la melodía y el compás. Valderrama, Caracol, Tomás Pavón son ejemplos de ese estilo antiguo, más libre y con las frases más ligadas, que se canta sobre todo para bailar. Mairena, Fernanda, Camarón estarían en esa evolución reciente. Es uno de los cantes que tiene letras más bonitas y diversas. El repertorio es inagotable; desde los antiguos, todos tenían sus soleares: hay de cuatro versos, de tres, y la solearilla, que tiene una palabra al principio, por ejemplo "María", y luego sólo dos versos de ocho sílabas ("Serrana / en tu puerta planté un pino / al cielo llegó la rama"). Es uno de los cantes que más me gustan. Mi hija mediana se llama Soleá.

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