miércoles, 21 de enero de 2009

MANUEL MACHADO

El flamenco al fin recupera el poemario ‘Cante hondo’ de Manuel Machado
Sin saberlo, muchos cantaores cantan como populares coplas del poeta sevillano Manuel Machado. Pertenecen a su obra ‘Cante hondo’ (1912) que, después de varias décadas relegada a los anticuarios, vuelve a editarse. La Editorial Nortesur reproduce la segunda edición, fechada en 1916. A los versos añade el primer ensayo sobre el flamenco, escrito por el padre del autor, el folclorista Antonio Machado y Álvarez ‘Demófilo’, como prólogo a su ‘Colección de cantes flamencos’ de 1881, así como una semblanza del padre escrita por el hijo en 1947. Según cuenta la leyenda, Manuel Machado vendió mil ejemplares de ‘Cante hondo’ el primer día. Aquella primera edición de la obra vio la luz en 1912, plasmando la querencia del poeta sevillano por el cante flamenco y la poesía anónima popular. Aunque la relación entre lo jondo y los Machado venía de lejos, pues su padre, el folclorista Antonio Machado y Álvarez ‘Demófilo’, ya publicó en 1881 la recopilación de letras ‘Colección de cantes flamencos’. Tan atinadamente captó el carácter del cante que todavía hoy muchos de sus versos son tomados por los cantaores como populares. Sin ir más lejos, suyo es ese estribillo que Paco de Lucía introdujo en su último disco ‘Cositas buenas’: “Una fiesta se hace/ con tres personas:/ una baila, otra canta/ y la otra toca./ Ya me olvidaba,/ de los que dicen “¡ole!/ y tocan las palmas”. Y, de hecho, esa era su intención pues, como dice explícitamente en la introducción de este volumen: “Cantadlas y no hayáis miedo de que yo reivindique la propiedad”. En ese texto que abre el libro confiesa su admiración por cantaores de su época y anteriores como Manes el Fillo, La Andonda, Silverio, La Niña de los Peines, Niño de Cabra y El Mochuelo, entre otros. También se explica sobre el carácter de sus versos: “Yo mismo, andaluz, sevillano hasta la médula (de allí soy, de allí mis padres y mis abuelos), canto al estilo de mi tierra los sentimientos propios, sin otra idea que la de aliviarlos o exaltarlos, según me duelen o me complacen”. Y así lo plasma en soleares, malagueñas, polos y cañas, tonás, seguiriyas, alegrías, livianas o pregones.

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